ya acabó su novela

Robin Hood: La rebeldía contenida

Publicado: 2011-07-02

En los inicios de la década de los noventas, cuando aún me dirigía a rentar periódicamente VHS a mi video renta más cercana, hubo una oleada de versiones fílmicas sobre Robin Hood. Es más, aún recuerdo la voz del sujeto que alquilaba los videos:

No ... el de bigotitos, ese no es el verdadero.

El verdadero es Kevin Costner

Me imagino que dicha veracidad se la había ganado recientemente, en ese entonces, con su Oscar por Dance With Wolfs. En aquella época, Costner era una celebridad como hoy lo es Brendan Frasser o Chris Rock. Quizá, un poco más serio y, como los anterioremente mencionados, con harta chamba. En fin, esa vez llevé la de Kevin Costner, y a mis tres días de devolución llevé la otra, pensando que, quizá, me proporcionaría cierta información adicional, o mejor aún, más acción, ya que esta había estado bastante floja.

Hoy por hoy, no recuerdo cuál fue mejor con claridad, creo que me gustó la segunda más que la primera, era algo más oscura y me gustó mucho eso de decorar el bosque con niebla, mas lo único que parece evidente después de estas y la infinidad de realizaciones fílmicas sobre el tema, es que la figura de Robin Hood desde sus inicios, o mejor dicho, desde su tratamiento literario con Walter Scott, siempre estuvo acosada por abundantes y distintas versiones sobre este particular personaje: unas que acrecentaban su espíritu rebelde en contra del establishment, o la de una figura bandidezca y pícara, quien no dudaba en lucir toda su capacidad y soberbia, por ejemplo, en un torneo de tiro con el fin de robar la atención de la joven Marian, o, entre las más comunes, la de un caballero gentil, que no osaba guardar nada para él, luego de sus distintas incursiones a las ciudades rodeadas por el bosque de Sherwood, cerca de Nottingham.

De este modo, lo que propongo en este breve texto es revisar las distintas versiones que manejamos sobre esta fantasmal figura, y ver, a fin de cuentas, cuál es la simbología más adecuada con la que debemos tratar a este singular personaje.

Es en 1819 que Walter Scott nos muestra a su Robin Hood en la novela Ivanhoe. Este solo era una figura secundaria, pero presentaba dos características esenciales del personaje moderno llevado al cine y a los diversos relatos modernos: su ascendencia era noble y su estirpe sajona. El primer alcance le fue incorporado por los autores teatrales modernos quienes escribían para audiencias marcadamente aristocráticas allá por el siglo XVI. Por otro lado, la identidad sajona, y su rebeldía contra la nobleza normanda, sí representaban un aporte de Scott. Sin duda, estas dos ideas, que son las más comunes con respecto a Hood, adquieren su validez histórica en el recurso de la escritura, la cual intenta lapidar las diversas versiones y establecer un acercamiento estándar al mismo. Pero, como veremos, estas dos ideas acuñadas tardíamente no son más que la superficie del iceberg, y, por ello, un intento por uniformizar este crisol de amplias versiones, donde, como ya es evidente, lo real se pierde en lo legendario.

Ahora bien, si queremos revisar con mayor detenimiento y rigurosidad la figura de Robin Hood debemos remontarnos a las baladas que se difundían hasta bien entrada La Edad Media.

El primer dato según algunos folkloristas ingleses nos remonta a 1226, año en el que

aparece en documentos la mención de un fugitivo de nombre Robert Hood. Ante este documento, se inicia nuestra sospecha de que el escenario original no es el bosque de Sherwood, siguiendo al documento y a las distintas baladas que se conocen, damos con que la locación de estas historias tuvo lugar más al norte, en Barnsdale (Yorkshire). Por otro lado, aunque las baladas no son explícitas en datos cronológicos, en 1936, fueron publicados documentos en los que consta que en 1226 se vendieron en York muebles y enseres de un fugitivo llamado Robin Hood. Esa es la primera documentación real con el nombre de nuestro escurridizo personaje. Volviendo a las baladas, es curioso observar que en ellas, en las primeras propiamente, el rey que es mencionado es Eduardo, según los historiadores Eduardo II de Inglaterra, rey de Inglaterra y señor de Irlanda que gobernó de 1284  a 1327, no Ricardo Corazón de León que gobernó de 1189  a 1199 ni Juan, Juan sin tierra, rey de Inglaterra entre 1199 y 1216. Lo cual nos trae de cabeza, ya que según esos datos las aventuras de Robin Hood tuvieron lugar un siglo después de la versión corriente.

El personaje mismo presenta rasgos muy diverso, variando de versión en versión, de balada en balada. Para empezar, Hood no era ningún noble, no era Sir Robin de Locksley como se documenta en Scott, en baladas tardías y en la versión, muy interesante por cierto, de Disney. Meno era sajón. Segpun las baladas tempranas, Hood era un yerman, un hombre libre pero de origen plebeyo, un forajido que vive en el bosque con una banda de compañeros, los merry men. Según las versiones revisadas, esta banda iba entre los 20 a los 140 sujetos, donde se ubica bien la presencia de Little John. Sin embargo, no hay manifestación alguna de fray Tuck o de Marian: el círculo social de Robin Hood era principalmente masculino.

Robin Hood, como en las versiones para cine, es un maestro con el arco y la flecha y, ahora distinto de las versiones del cine, un burlador: esto se demuestra en las diversas versiones que hay sobre su participación en un torneo de arqueros. Sin embargo, hay rasgos que difieren de esta versión hoy canónica. En muchas baladas, él y sus hombres son sumamente violentos, por ejemplo en la balada de Robin Hood y elmonje, el famoso Little Jonh y Much, otro miembro de los merry men matan sin mayor reparo a un monje y a su pequeño paje, el primero por traición, y al segundo por tener la mala suerte de acompañar al traidor. Si bien esta escena nos recodará algún buen film de mafia, el hecho que consuma muchas baladas quizá sea aun más tentador. Robin Hood solía ser muy religioso e insistía con frecuencia asistir a misa, siempre devoto de la Virgen María. Muchos de estos últimos rasgos fueron eliminados de la tradición con la Reforma hacia el siglo XVI.

Lo curioso es que ambas interpretaciones sociales de la figura de Robin Hood mantienen, a su vez, una relación de amor y odio con la Iglesia, síntoma útil para presentar una conclusión sobre el papel de este personaje para las esferas de vida de su momento. La idea, sin embargo, la dejo para el final.

El Robin histórico reaparece en registros de 1324, que prueban que recibió salarios en el palacio real. La leyenda dice por su parte que este Robin volvió a los bosques para continuar sus aventuras, hasta que, herido de muerte, se refugia en el convento de Kirklees. Antes de expirar, dispara con su arco a través de una ventana y pide que lo entierren donde caiga esa flecha. Cerca del convento, una antigua lápida señala el lugar en el que supuestamente cayó la flecha y Robin fue sepultado.

Este marco histórico permite suponer que la leyenda se inspira en la existencia de bandas armadas formadas por campesinos y leñadores que se dedicaban tanto al pillaje como a hostigar a la nobleza, luego del triunfo de la invasión normanda, en el siglo XI. Dicha época dibuja una situación de crisis social en diversos planos, crisis que desembocó en la revuelta campesina de 1381. En ese entonces, quien no se presentase al tribunal era considerado un diletante y penado por proscripción, aunque, considerado criminal por el estado, no dejaba de pertenecer a la sociedad campesina, donde eran vistos como héroes del pueblo, figuras que se oponían a los maltratos de la nobleza feudal. Aunque esta última tesis ha sido foco de críticas, principalmente, por el historiador James Holt, quien se asume, según lo revisado, que Hood era una pieza del orden imperial y que recibía, más de una vez, beneficios y recompensas de manos de la realeza.

Asumo que no hay que ser radical en nuestro acercamiento, ya que es así como encontraremos una mejor utilidad en su presencia. Al parecer la figura de Robin Hood se convierte en un significante vacío, el cual viene a encarnar un deseo de transgresión natural a las sociedades donde la demarcación clara de las distintas clases representa límites sociales necesarios para la armonía. Por ello, Robin Hood se constituye en una imagen óptima por ser sinónimo de libertad tanto para las clases bajas que intentan transgredir el orden y dejar a los ricos sin riquezas o para la gente de clase alta,ávida de aventuras y arrebatos ajenos a su anquilosada forma de vida.


Escrito por

Goncho

Soy lingüista interesado en el estudio del lenguas andinas y de los universales del lenguaje. Estudio filosofía, me gustan las ciencias y la poesía. Me encanta la música. Esto último es en serio. Me encanta la música. En este blog postearé cosas breves, pero q


Publicado en

Fort-da

Fort-da: Bajo las coordenadas de la curiosidad